África es uno de los continentes que más poca escolarización femenina tiene, por delante de Asia.
Por Lorena Company
La escolarización fue, durante mucho tiempo, uno de los temas más importantes en la sociedad española; poco a poco, fuimos avanzando con la aparición de centros educativos de 0 a 3 años y reduciendo enormemente los niveles de analfabetismo que venían imponiéndose desde la época franquista. No obstante, esto es lo que sucedió en muchos países de la Unión Europea y que se ha ido mejorando a lo largo de los años, pero ¿qué pasa con aquellos países que no pueden obtener este derecho fundamental como lo es la educación?
Muchas personas que viven en los países africanos tienen una gran dificultad para acceder a la educación, pues viven en un sistema en el que hay unos pocos que sí pueden llegar a tener una buena educación y muchos que no gozan de ese derecho. La pobreza es uno de los grandes factores que afecta a esta pésima escolarización en África, ya que las familias no disponen de los recursos necesarios para que sus hijos o hijas vayan a la escuela.
Sin embargo, en este artículo no vamos a hablar de la escolarización general en diferentes países del Tercer Mundo, sino que nos vamos a centrar en explicar la situación de la niña o mujer en un entorno machista y lleno de maltrato y de cómo esto afecta al desarrollo de sus países.
Según el Informe de Seguimiento de la Educación para Todos en el Mundo de la UNESCO, el porcentaje de niñas más pobres de entre 7 y 16 años que nunca han ido a la escuela en los diferentes países en el año 2013 era el siguiente: Somalia (95%), Níger (78%), Liberia (77%), Malí (75%), Burkina Faso (71%), Guinea (68%), Pakistán (62%), Yemen (58%), Benin (55%) y Cote d’Ivoire (52%).
Estas cifras, totalmente escandalosas para el siglo XXI, nos muestran la gran diferencia existente entre los diferentes continentes del mundo, pero también nos hace pensar si es solo la pobreza el único factor que provoca esta poca, por no decir casi nula, escolarización de las niñas. Las guerras civiles, las catástrofes naturales y el alto crecimiento demográfico son algunos de los condicionantes que se suman a la pobreza para explicar la escasa escolarización femenina en los países mencionados anteriormente.
Asimismo, el contexto machista en el que se encuentra la mujer en estos países favorece, también, a su poca escolarización, pues la situación en los hogares hace que una familia se comprometa a escolarizar a uno de sus hijos y a dejar al otro a su suerte, ocupándose de otras tareas no necesariamente educativas y aceptables para su temprana edad.
“La educación de las niñas mejora la sociedad”, esto es lo que dice el estudio de Girl Effect y no vamos a oponernos a esta afirmación, pues una mayor y mejor escolarización femenina favorecería el desarrollo económico-social en países estancados por la guerra y la pobreza, como pueden ser Somalia, Níger o Libia. No obstante, ¿cuáles serían los resultados de una mayor escolarización?
Según UNICEF, un incremento de la educación femenina haría que las mujeres se casaran más tarde y tuvieran menos hijos, ya que, tal y como dice la organización,” la educación de las niñas es un factor decisivo para acelerar la transición demográfica y lograr tasas de natalidad más bajas”. Señala, también, que con un año más de estudios incrementarían sus ingresos futuros entre un 10% y 20%, mejorando el crecimiento económico de su país. Asimismo, las mujeres reducirían la tasa de mortalidad al estar pendientes de su salud y de entender los diferentes problemas que esta comprende.
Por último, cabe destacar que esta mejora de la educación femenina fomentaría su futuro laboral, pues aumentarían sus posibilidades de encontrar trabajo con más facilidad.
La dependencia del hombre ha estado marcada históricamente en estos lugares, aunque también se ha podido observar que la historia de occidente décadas atrás no era muy diferente a la situación que se vive ahora en los países africanos.
No obstante, con la educación, las niñas y jóvenes conocen mejor sus derechos y, como señala UNICEF, “tienen mayor confianza y libertad para tomar decisiones que afectan a su vida, mejorar la salud y las posibilidades de supervivencia”. Por tanto, la educación femenina es todo un objetivo que hay que alcanzar para poder lograr una mayor situación tanto económica, social y laboral en los países más pobres del mundo, en especial en África. Sin embargo, hace falta que la comunidad internacional se percate de la importancia de ayudar en estos aspectos, pues como señala el artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos:
“Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos”.
Y añaden:
“La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz”.